...Porque siempre hay algo mas allá de lo que solo tus ojos pueden ver, tus manos sentir ó tu mente llegar a imaginar...

23/6/09

descubriendo el inicio del final


En el momento en que aquel sufrimiento ceso, dentro de mi hubo una paz que nunca en mi vida había sentido, sentía como las fuerzas regresaban a mi, abrí mis ojos esperando ver el bosque donde pensé que aun me encontraba, pero por el contrario estaba en una pequeña habitación, era muy oscura, estaba pintada de un bello color celeste y tenia unas finas cortinas, yo me encontraba sobre una hermosa cama parecía estar hecha de nubes, pero de pronto todo aquello trajo un frio recuerdo a mi cabeza; Alec, pensé ¿Dónde estaba?, no sabia si me podría levantar, estaba ahí acostada totalmente inmóvil e inconciente de lo que ocurría a mi alrededor, no sabia si estaba sola o acompañada, ¿Dónde me encontraba?, escuche unos pasos acercándose y luego sentí como se abría la puerta, pero mi reacción fue inesperada, me levante rápidamente y en menos de un segundo estaba de cuclillas en posición de defensa frente a esa extraña mujer que había entrado a mi habitación
-Jane- exclamo, ¿Cómo sabría mi nombre?- ya has despertado, Aro estará muy complacido- me examino de arriba abajo y en un movimiento sigiloso salió, cerré la puerta y me gire vi un enorme espejo, y quede perpleja frente a el reflejo ¿esa era yo? ¿Qué había ocurrido conmigo?, el espejo me decía claramente que era yo, pero mi pensar decía que ese reflejo no era mío, la niña que me miraba al otro lado del espejo tenia unos profundos ojos negros, un cabello rubio casi blanco, y unos labios rojos que resaltaban en aquella pálida expresión de confusión, llevaba puesto un delicado vestido amarillo y un largo manto negro sobre ella, sentí como se abría la puerta de nuevo pero no preste atención; de un momento a otro sin notarlo apareció otro reflejo detrás de aquella niña que según debería ser yo, cuando gire no había nadie, camine hacia la ventana, pero no pude ver nada ¿seria de noche?, decidí no preocuparme por mas nada que no fuera encontrar a Alec y saber en donde me encontraba, camine de nuevo hacia el espejo pero para mi sorpresa había otro ser extraño a mis ojos junto a el -¿Jane?- pregunto confundido, sabia que mis visión estaba fallando, sin embargo me vi obligada a preguntar- ¿Alec? ¿Eres tu?- al escuchar el eco de esas palabras dentro de mi cabeza no podía creer que era mi voz, ya no era la resonante voz chillona de una pequeña niña, ahora se escuchaba dulce y melodiosa, como una bella canción
-¿estas bien?,¿Qué haces aquí aun?,¿ya te alimentaste?, ¿hace cuanto despertaste?- me preguntaba sin yo poderle responder no sabia ni donde estaba parada, y tantas preguntas atrofiaban mi mente, ¿Por qué ahora era diferente?- ¡Jane! ¡Háblame!sentía que mis pies no me dejarían moverme, sentía que mis labios no dejarían que hablase nuevamente, pero lo intente- ¿Dónde estamos?- le pregunte casi en un susurro- estamos en Voltera- me respondió secamente- ¿ya comiste?- ¿comido?, y entonces fue cuando note que mi garganta se quemaba por dentro, quise decir algo pero no pude Aro entro rápidamente a interrumpirme…-¡Jane!, has despertado es cierto lo que me ah dicho Athenodora ¡Maravilloso!- pensé que Athenodora seria la mujer que había entrado hace poco- supongo que tienes muchas preguntas, incluso mas que tu hermano- miro rápidamente de reojo a Alec y luego poso su mirada nuevamente en mi- pero primero debes alimentarte, me ofreció un pequeño vaso- tómalo- sin pensarlo tome todo lo que estaba en el vaso, no sabia que era pero calmaba toda mi sed, y el olor era irresistible- aun no estas lista para cazar, así que vamos- ¿lista para cazar? ¿de que rayos hablaban? salió de la habitación y rápidamente lo seguí junto a mi hermano, no sabia realmente que era lo que estaba haciendo pero un extraño instinto me llevo a adelantar a Aro y entrar por la pequeña puerta junto a donde se encontraba de pie, entre rápidamente notando que estaba rodeada por cientos de estantes con pequeños tarritos rojos sobre ellos, de pronto sentí como se quemaba mi garganta, la sed aun estaba dentro de mi, en el centro de la habitación había un joven con los ojos vendados, impulsada por mi sed me abalance sobre el, estuve a punto de convertirlo en mi primera cena pero de repente muchas imágenes vinieron a mi cabeza, aquel joven me recordaba a cuando estuve al borde de, me obligue a pensar en la palabra muerte, así que decidí resistir aquel fuego interno, a pesar de mi incontrolable sed, no pude hacerlo, regrese a donde se encontraban Aro y Alec-¿te alimentaste? ¿Estas bien?- me cuestionaba Aro, sin saber que debía responder- espero el joven allá sido de tu agrado – Libérenlo- fue lo único que se me ocurrió decir, comprendiendo a que se referían con “cazar” aunque no sentía nada mas que odio y resentimiento contra el mundo en aquel momento, no soportaba ver de nuevo la imagen, una imagen que realmente nunca logre ver solo la podía imaginar e intentaba bloquear ese pensamiento, de mi hermano y yo totalmente amordazados y apunto de morir quemados-.
-interesante -susurro Aro, y sin decir una sola palabra un par de hombres con las mismas características sobrenaturales de Aro, y ahora también que poseíamos de alguna extraña manera Alec y yo, entraron a la habitación; ahora quería explicaciones y las quería ya, pero Aro, se adelanto a mis palabras- síganme- nos dijo sin siquiera mirarnos, Alec no dudo en seguirlo, como si supiera algo que yo ignoraba, escuche un fuerte grito detrás de mi, me note estática observándolos alejarse, pero de la nada algo me hizo reaccionar de nuevo, de un momento a otro me encontré dentro de un gran salón, donde se encontraban, aparte de Aro y Alec, Marco, Cayo, y otras dos personas, no sabia si personas sea la palabra correcta, supongo que seres estaría bien, reconocí a una esbelta mujer Athenodora, me miraba curiosamente desde una esquina donde se encontraba una pequeña ventana de la cual, si entraba la luz, me sorprendí al ver que aquella mujer resplandecía a la luz del sol tal como un diamante…Supongo que tenia una expresión demasiado obvia de sorpresa y confusión en mi rostro porque inmediatamente Cayo tomo la palabra- Jane, tu también te veras así bajo la luz del sol- me dijo colocando su mano sobre la de Athenodora- toma asiento, supongo que hay muchas cosas que quieres saber, pero sobretodo que tienes que saber, Marco- dirigió su mirada hacia el- ¿podrías?- Claro- respondió Marco mientras Cayo y Athenodora salían sigilosamente y con un elegante movimiento.

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